La comunicación química de las serpientes se debe a la lengua bífida de estos ofidios que es su principal instrumento para percibir los olores del ambiente, lo que le permite detectar las señales químicas de las presas, depredadores u otras serpientes.
La percepción química (quimiopercepción) es la capacidad que tienen los organismos de detectar y diferenciar sustancias químicas existentes en el medio circundante. Los mensajes olfativos tienen la ventaja de que son detectables en la oscuridad, pueden atravesar barreras físicas, no necesita que el individuo este presente sino que puede dejarlas como una señal de su presencia.
Este tipo de quimioseñales resultan muy provechosas para los animales, teniendo un impacto en su conducta y sus relaciones ecológicas; como ejemplo de ello, están las serpientes, que utilizan distintas sustancias para establecer comunicación entre los individuos de su misma especie, percibir mediante el olor a sus potenciales depredadores o bien a organismos que forman parte de su dieta.
Las serpientes detectan olores cada vez que sacan su lengua, lo que les permite captar estímulos odorantes que se encuentran en el medio. Esta información es llevada hacia el interior de la cavidad oral del individuo y viaja por medio de fibras nerviosas hacia estructuras especializadas.
Las serpientes al igual que algunos mamíferos, han desarrollado un sistema olfativo accesorio o alterno, que les permite la captación de estímulos de origen social o sexual, al cual se le ha denominado sistema vemeronasal u órgano de Jacobson.
Las moléculas odorantes presentes en el ambiente se llevan al vemeronasal por medio de la lengua, por lo que la alteración en la frecuencia de movimientos en ella indica que las serpientes están detectando un olor. La capacidad olfativa de las serpientes es importante en las interacciones sociales, sexuales y en el contexto de alimentación, por ello este sistema define en mucho la conducta de los ofidios.
Comunicación química con organismos de su misma especie (relaciones intraespecíficas)
La conducta de rastreo por las serpientes se utiliza para buscar una agregación, ubicar a una pareja potencial durante la época reproductiva, así como localizar los sitios que utiliza durante el invierno. Un estudio realizado con serpientes de cascabel (Crotalus horridus) mostró que esta habilidad de detección química se observa desde el nacimiento, ya que las crías recién nacidas de esta especie tienen la habilidad de seguir los rastros de olor tanto de organismos adultos como de otras crías.
La detección química que realizan las serpientes les es de mucha utilidad para la identificación de pareja durante la época de reproducción. En dos especies de culebras de agua (Thamnophis proximus y T. butleri), que habitan en las mismas zonas, se ha registrado que los machos pueden detectar los rastros de feromonas que secretan las hembras de su misma especie, involucradas en la conducta sexual.
Comunicación química con organismos de otras especies (relaciones interespecíficas)
Las interacciones de las serpientes con organismos de otras especies son básicamente dos: la localización de presas potenciales y la detección de depredadores. Estas interacciones ecológicas son importantes, ya que las estrategias de los depredadores guían la evolución del comportamiento defensivo de las presas, las cuales tienen la posibilidad de desplegar tanto mecanismos evasivos que van a reducir la probabilidad de detección por parte del depredador, como mecanismos antidepredatorios, que reducen el éxito de los depredadores después de que ocurre la detección.
Detección química de la presa
Las serpientes están consideradas entre los depredadores más exitosos de la naturaleza. El rastreo y detección de sus presas vía química es una de las estrategias sensoriales que utilizan frecuentemente. Para serpientes que cazan serpientes (ofidiófagas) se ha descrito que la captación del olor de sus presas potenciales activa los centros cerebrales encargados de su memoria olfativa, ayudándolos a reconocer el olor de sus presas incluso sin tener una experiencia previa, es decir, que pueden reconocer olores de forma innata.
Estudios con neonatos de serpientes han mostrado que éstos responden al olor de sus presas, incrementando la frecuencia de extrusión de la lengua y desplegando conductas de ataque hacia la fuente de olor. Aunque esta habilidad tiene bases hereditarias, la pueden ir mejorando o cambiando conforme a las serpientes se desarrollan y adquieren experiencia.
Algunos estudios realizados con organismos adultos de serpientes de los géneros Natrix (serpiente de collar), Regina (serpiente reina) y Thamnophis (culebra de agua) han mostrado que éstos poseen una capacidad de detección hacia el olor de las presas potenciales y presentan respuestas depredadoras, como lo es el aumento en la frecuencia de extrusión de la lengua y emisión de ataques hacia la fuente de donde proviene el olor.
También es conocido que las serpientes pueden diferenciar los olores provenientes de distintos tipos de presa y muestran preferencias por aquellas que de manera habitual forman parte de su dieta. Es decir, los ofidios que ya han estado en contacto previo con las presas son capaces de reconocer su olor y desplegar conductas de forrajeo más raídamente.
Detección química de depredadores
Si bien es cierto que la detección de alimento mediante la percepción química es importante, uno de los mayores riesgos para la mayoría de los organismos es la depredación. La interacción depredador – presa ha dado origen a la evolución de una compleja formación de tácticas antidepredadoras que involucran modificaciones de conductas (como respuestas ante el acercamiento de un depredador), fisiológicas (secreción de toxinas) y morfológicas (espinas defensivas, entre otros).
La respuesta a los depredadores puede involucrar costos; por ejemplo, un organismo puede perder oportunidades de forrajeo o de reproducción si llega a detectar un depredador cercano. Por lo tanto, debería existir una fuerte selección por parte de los individuos, no sólo para identificar depredadores, sino para modificar las respuestas antidepredadoras de acuerdo con el nivel de riesgo que posee el depredador.
Para una presa, evitar su detección disminuyendo la actividad o buscando refugio puede prevenir el daño inmediato o la muerte, pero la huida puede disminuir sus oportunidades de forrajeo. Por lo cual, constantemente las serpientes deben evaluar el riesgo de depredación y balancear su inversión de energía hacia conductas que promuevan además de su resguardo físico, su mantenimiento, crecimiento y reproducción.
Las conductas defensivas desplegadas por parte de las serpientes hacia rastros químicos dependen del tipo del depredador y de su estrategia de forrajeo y del nivel de riesgo que éste represente. Por ejemplo, si una serpiente realiza conductas de escape exageradas ante un depredador con baja capacidad de detección, podría correr el riesgo de aumentar su conspicuidad, poniendo en riesgo su integridad, e incluso provocando ser captada por otros depredadores.
Tomado de